sábado, 8 de junio de 2013

Un hombre biológico


Empiezo con este texto que es el primero que escribí cuando recién comencé a asumir mi sexualidad. 





Negado hace tiempo, hoy confuso pero no inexplicable… revoltijos en la mente de este hombre biológico. La verdad, la realidad, la identidad; y todo lo propio de cada uno, por más paradójico que parezca, es lo que hoy genera que este ser se desconozca  y que las dudas, las incógnitas, los interrogantes y todos sus sinónimos hayan tomado tanta importancia y estén instalados en su cotidianeidad sin ánimos de desaparecer. Una descripción trágica, que cualquier persona al leerla pensaría que este sujeto está paralizado por su problema. No sé si paralizado, porque “el show debe continuar” (traduciendo la argumentación en términos de espectáculos, y si se quiere y puede, intentando quitarle dramatismo). Pero sí respirando el miedo de su atmósfera, que no es más que un resultado de una “pócima”, cuasi un plan perfecto de origen social, empapado de homofobia, de rechazo machista… de miedo, al fin y al cabo, de ser atacados por la “enfermedad”, la “perversión”, la “depravación” que está afectando y desviando a estas sociedades contemporáneas magníficas, felices, correctas y teñidas de orden y ética. Aunque lo siguiente resulte contradictorio e incluso genere hasta gracia, pensándolo bien, es tal cual como lo que se expresa a continuación: las mentalidades de dichos conjuntos sociales matan el miedo y el “contagio” generando pánico en el “enemigo”; lo desautorizan, lo limitan, lo degradan, lo acomplejan, lo someten… y si pueden, lo matan, de modo que nada de esto les suceda a ellos. Por lo visto, la frase que dice que no hagas lo que no te gustaría que te hagan, nunca atravesó sus oídos ni tuvo efectos en sus mentes de estructura ortogonal. Y aunque resulte increíble y patético, por los tiempos de crecimiento y avance en el que vivimos, la ignorancia está espantosamente  presente en el pensamiento de la gente, y esta es una realidad posible de contemplar en razonamientos y preguntas como las siguiente: ¿Por qué los enfermos merecen vivir? ¿Qué pasa si instalan su sexualidad inmunda y confunden a la juventud contemporánea, la contagian? ¿Merecen vivir?

Este sujeto, esa tercera persona con la que empieza refiriéndose este texto, es quien escribe; es esa persona con pánico, esa víctima de aquellos “asustados” que decidieron instalarse como jueces y meter los actuales dogmas sociales respecto a la homosexualidad, para proteger al mundo rosa y santificado en el que viven. 

Afortunadamente, estas molestias constantes (para desgracias de los “machos”), ese malestar que siento no me impide ser feliz, y no lo hace porque decidí optar por la razón y por la intuición que tan claro nos muestra qué es lo correcto y en qué y quiénes hay que enfocarse. Mi Dios, seguro una mala noticia para los anti-gays, es el mismo que el suyo y quien los va a terminar sorprendiendo y demostrando quién está más errado y en dónde está la normalidad, la corrección y la felicidad.

 Sin ánimos de enseñar a vivir o de que se parezca a un texto de autoayuda, pretendo mostrar qué es lo que pienso: no soy un enfermo, ni mental ni físicamente; convivo con heterosexuales y no por ello vivo en un estado de excitación permanente; sé, aunque muchas veces lo ponga en duda y me canse de replanteármelo, que quienes entiendan esto serán aquellas personas que estén dispuestas a aceptar y ver con normalidad un asunto tan común y cotidiano como lo es la homosexualidad; hay que poner énfasis en los pensamientos optimistas y razonables , y tratar, por más complejo que resulte, de desarrollar la herramienta del ignorar, como un mecanismo de autodefensa, para así dejar sin efecto el objetivo de la lacra ya nombrada, de oscurecer los momentos de nuestra vida. Doy gracias a que tengo salud, por sobre todo mental, la que me ayuda a distinguir estas cosas y poder etiquetar a estos individuos como lo que realmente son; y gracias en general a la vida por todo lo que me dio, tomando a mi sexualidad particular como un obstáculo más de los múltiples que se les presenta a las personas en la vida y viendo el ejercicio mental favorable que implica este suceso.

La vida continúa, afortunadamente…
Por favor reflexionemos.
Todos tenemos problemas y necesitamos ayuda.
Descargarse y vivir la vida, es la mejor opción.
Sonreír, amar, cantar, compartir… y también llorar y sacar lo malo, evitando los prejuicios y todo aquello que nos convierte en esas personas que no queremos ser.

El futuro: un poco más claro, con ganas de ser óptimo y aspirando a mejorar en todos los ámbitos posibles de mi vida.
Gracias Dios por dejarme expresar y por ayudarme a ver el mundo de otra forma. Sé que hay algo especial para mí cuando menos me lo espere.

Bautista

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