Gente.
Mucha gente. Camina, mira, corre, se esconde, averigua, pregunta, se reserva.
La intriga le carcome la mente. O tal vez su averiguación resulta de un énfasis
situado en pos de protegerse, de precaver lo ya citado con anterioridad.
Al
igual que en los textos anteriores, el ejercicio constará en trasladar esto a
la temática homosexual. ¿Por qué algunos heterosexuales centrarán su foco de
averiguación en los gays? ¿Dónde está la necesidad de saber si el otro tiene
preferencia por gente de su mismo sexo? ¿En qué les cambia la vida? Y mi
respuesta será: No sé. Hay quienes te lo
preguntan y quienes “investigan” como si de una misión letal se tratara. Lo
cierto es que las miradas están situadas en puntos, a veces hasta insólitos,
como en qué música escuchas, qué carrera estudiás, en cómo te vestís, con quién
te juntás, a qué lugares concurrís, en cuáles son tus pasatiempos, en quiénes
son tus ídolos, en cómo es tu relación con tus padres, en la relación
edad-virginidad, entre otros miles. Y lo cierto es que estos detalles o
aspectos de la vida de una persona, sirven a modo de escenario o lienzo para
ver plasmadas las “huellas” homosexuales de quien se está intentando conocer;
para desgracia de muchos, por cierto.
Esto genera temor en muchas personas
homosexuales que están descubriéndose y que por ende no quieren demostrar que
lo son. De este tipo de gente está repleto el mundo y enfocan su interés
cotidiano en alterar la vida de quien está en un proceso difícil, algunas veces
sin la intención, otras veces con la misma. El tema está en que es complicado
darle una categoría a esta necesidad de perturbar al otro. Uno no sabe si lo
que quieren con esto es determinar si alejarse o no, si lo hacen para
difundirlo, si lo hacen para humillar. Creo que es indiscutible que la
homosexualidad de alguien genera intriga en otro, pero creo que es igual a la
intriga que puede generar una caja fuerte en un banco, o simplemente la mente
de un bebe. Pero no por esto uno hace hasta lo imposible para averiguarlo.
Sinceramente,
en lo particular, personas de este tipo me confunden, dado que por momentos
pareciera que actitudes como estas terminan de demostrarle a uno que no son
buenas personas. Hay miles de formas de preguntar o insinuarle el tema a la
persona que genera la intriga y creo que pasa por sentido común más que por la
educación provista. Pero no, a muchos les gusta empañar de incomodidad a
momentos placenteros, sembrar duda en los demás que están compartiendo la
situación; y terminan por acomplejar a la víctima, hacer que se retraiga, que
entristezca, que vuelva a pensar en su “temita”.
Pero
al respecto voy a decir lo siguiente: si les hace feliz molestar a un gay es
porque no son buenas personas; si se creen pícaros, deben darse cuenta de que
si lo fueran no harían algo así al frente de la gente; si la persona en la
incómoda situación es su amiga, a partir del momento en que la humillaron, deja
de serlo. No obstante hay que agradecerles. Y no es que me contradiga, sino que
les voy a demostrar cómo usar la viveza. Su mala intención se convierte en un
obstáculo más, que al superarlo termina por reconfortarnos a los gays; que
acaba por darnos fuerzas para enfrentar futuras situaciones similares, con más
facilidad y valentía, y por proveernos de experiencia y rapidez mental para
responder a semejante falta de respeto y golpe bajo.
Al
igual que lo hice en los artículos ya escritos, voy a pedir que centren sus
mentes; que piensen en las consecuencias de sus hechos; que mediten acerca de
cómo se deteriora su imagen y en lo denigrante que es esto para la persona a la
que se le juega de esta forma.
“Think, 'cause it always will give you a lot of
satisfactions.”
Federico
23/06/12
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