Este es otro escrito del año pasado.-
La complicación:
¿una consecuencia real del problema-situación o simplemente una acción propia y
masoquista, como así también contradictoria del ser humano para alejarse de la
felicidad que tanto anhela? La respuesta creo que tendrá relación directa con
el estado anímico que la persona tiene al momento de “hacerse problemas”.
Traslademos el
núcleo de este interrogante hacia el “problema” de quien escribe. La
homosexualidad, al momento de ser asumida instala una red de interrogantes de
carácter múltiple en la mente de quien la vive, o más bien de quien está
comenzando a vivirla. Entonces, según desde dónde se la analice, se puede decir
que la complicación mental y psicológica es generada por la homosexualidad o
que simplemente puede ser una agudización de este embrollo por el solo hecho de
que el hombre tiende a pensar demasiado el objeto o el centro de la
preocupación.
La filosofía, en su operar, no brinda
respuestas a modo de afirmación, sino que contesta formulando otros interrogantes.
Entonces, si analizamos la mente humana con claridad, en general y sin
atribuirle una sexualidad determinada, podremos percatarnos de que la persona
se complica por el hecho de que al intentar develar sus incógnitas mediante certezas,
se continúa formulando preguntas, entrando en un estado de indagación propia
permanente.
En realidad,
creo que el ser humano es complicado por naturaleza, y el ejercicio de la
indagación, de la constante e infinita búsqueda de certezas no nos contribuye,
sino que apela a que sigamos complicándonos la vida. No obstante, la
homosexualidad como otras situaciones, altera el tema que estamos tratando, lo
lleva a su punto máximo. ¿Dónde es tan difícil ser homosexual, si al fin y al
cabo cáda persona elige quién ser?, dirán algunos. Yo podría contestarles del
siguiente modo: ¿Los gays elegimos serlo?, ¿No es difícil?, y demás. Y aquí
podemos empezar a tratar otro tema, enfocarnos en contestar estos interrogantes
tan sueltamente confeccionados y “lógicamente” pensados, como muchos lo creen.
Sí, aceptar la homosexualidad es difícil y mucho más complicado de lo que un
heterosexual se pueda llegar a imaginar, y esto lo digo sin ánimos de instalar
una dicotomía o enfrentamiento entre heterosexuales y homosexuales. La
homosexualidad en un primer momento se establece como una tortura, desde el
momento en que uno piensa en su círculo más íntimo y en la relación con el
mismo: Cuando se enteren, ¿me seguirán queriendo?, ¿me aceptarán?, ¿comenzarán
a ignorarme?, ¿se olvidarán de mí?, ¿se sentirán defraudados?, entre tantos
otros. Vistos así, parecen pocos, de respuesta simple, y hasta estúpidos según
del lado del que se ubique la persona dispuesta a contestar. Pero sólo un gay
sabe de la complejidad que implica contestar algo así, porque como si de
filosofía se tratara, no podemos responder sino con otra duda. El odio que
personalmente sentí al darme cuenta de que era gay fue inexplicable, sumándole
la indignación, la impotencia, la sensación de injusticia y la incomprensión de
por qué esto me sucedía a mí. -¿Por qué? -me preguntarán-. Por el hecho de que
es ilógico pensar que alguien elegiría pasar por semejante asunto. El rechazo y
el asco de parte de la sociedad hacia los homosexuales que se vive actualmente,
si bien están un poco más erradicados -o al menos en apariencia- es de una
magnitud inconmensurable. Entonces, es esto lo que dota de dificultad y tiñe de
miedos la respuesta de las infinitas preguntas. Porque podríamos seguir
indagando: ¿La homosexualidad me traerá problemas para entablar nuevas
amistades o demás tipo de relaciones?, ¿Me significará un problema en mis
estudios o en el momento de buscar trabajo?, ¿Debo ocultar lo que soy o
simplemente debo contarlo?, ¿Debo vivir una suerte de “doble vida”?, ¿Es
necesario que todos lo sepan?, etc. Y si actualmente me preguntan, sinceramente
no sabría contestar ninguna porque me encuentro en vías de procesamiento y de
aceptación del “cambio”. Igualmente, este tema, como tantos otros, dará lugar a
infinitas interrogaciones, por lo que todos los homosexuales nos preguntaremos
si alguna vez terminaremos de asumir o procesar lo que nos pasa, o serán sólo
sensaciones temporales. Reitero: es probable que tarde en contestar todo,
incluso tal vez muchas incógnitas queden sembradas sin posibilidad de ser
tratadas o develadas nunca.
Por lo expuesto,
a modo de pedido, me gustaría dirigirme a la sociedad y pedirle que se plantee,
o en el mejor de los casos que se replantee el tema de la homosexualidad, que
se percate de lo que recorre la mente de un gay, de lo que le apena, de lo que
le genera angustia, de lo que le instala el miedo o la incertidumbre como modo
de vida (puede parecer dramático, y por esto quiero aclarar que hablo desde mi
sentir y parecer).
No discriminemos,
abramos nuestras mentes, conozcamos, permitámonos al menos por un instante,
situarnos en el lugar del otro, en la piel del que muchas veces criticamos o no
entendemos. Quien me conozca, o al menos eso crea, pensará que soy un hipócrita
por lo que expresé en la oración anterior; pero es que vivir la homosexualidad,
abre la mente, la ejercita, la bombardea con dudas para poder entenderla o al
menos aceptarla; y, como directa consecuencia, esto termina modificándote el
pensar.
“Open
your mind and you’ll feel better!”
Federico
17/06/12
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