Otro escrito del 2012. Lo que digo en este texto tiene su fundamento en mi experiencia personal y en las vivencias de gente conocida. Espero les guste y BIENVENIDOS nuevamente al Blog.
Aceptar la homosexualidad, como ya se sabe y como ya expresé
en los textos anteriores, implica cambios. Las líneas, a continuación, demostrarán
mi idea acerca de los cambios en la concepción y en la vivencia del amor, en la
definición completa de la homosexualidad, en la aceptación de ser gay y en la
interpretación, no sé si certera, pero sí más lógica y sana a mi forma de ver.
Según lo vivenciado y según las experiencias de otras
personas, la homosexualidad se desarrolla de la siguiente manera al momento de
“llegar” a la vida de la persona: en una primera instancia, el sujeto se niega
a aceptar que es gay. Luego, cuando se da cuenta que siente atracción por
personas de su mismo sexo, se aferra, consciente o inconscientemente, a una supuesta bisexualidad
(algo que no me resulta fácil entender, pero que no viene al caso desarrollar
ahora) para evitar aceptar definitivamente su sexualidad, y por ende ve
necesario tener una experiencia con alguien del sexo opuesto; no obstante, internamente
y un poco más consciente de su sentir -literalmente hablando-, la duda y el
planteamiento de un posible fracaso en esta decisión de probar, torna insegura
a la persona. Por último, por así decirlo, uno mismo (a esto lo hablo desde lo vivido), en muy poco tiempo y después de una larga meditación y de un
replanteamiento de una serie de tópicos relacionados a la sexualidad, percibe
un quiebre, un “clic” en su mente, y es ahí cuando se percata y asume (de más
está decir que internamente) que es gay.
La etapa en que uno se plantea la bisexualidad, es difícil
en el hecho de que uno está constantemente viendo la forma de negarse a lo que
le pasa, de plantear esto nuevo como una infelicidad eterna, como una suerte de
apocalipsis. Lo que se piensa, o lo que uno intenta pensar, es que uno sólo es
capaz de amar a alguien de su sexo opuesto, y consecuentemente que es
totalmente incapaz de enamorarse de alguien igual a uno mismo. Para un hombre
que cotidianamente se siente excitado al ver a otro hombre, empezar a pensar en
que siente necesidad de entablar algo más que una amistad con una mujer, es
algo que lo alarma, que lo “desnuda”, que lo hace sentir indefenso y perdido.
Es entonces que uno no sabe qué hacer, cómo actuar, y en consecuencia, en el
momento en que debe probar su sexualidad biológica y después de un análisis
incansable, logra asumir que gay. Es preciso aclarar algo: creo que a la
mayoría le pasa lo mismo, de pensar que uno está usando a esa persona del otro
sexo con la que intenta algo para sacarse las dudas; y hay que darse cuenta de
que no es así. La persona está bastante cegada en este momento y pone lo mejor
de sí para hacer feliz a la otra persona. Pero, se da cuenta que la felicidad
que cree y que le enseñaron que va a ser concreta únicamente si está al lado de
alguien sexo opuesto, no es tan cierta; que la felicidad de uno no debe
depender nunca de la aceptación social, y que pensar y encerrarse en eso, es
condenarse uno mismo a ser infeliz para hacer felices a quienes no lo merecen,
a aquellos que tienen una concepción bastante primitiva de la felicidad y de la
normalidad.
Posterior a todas esas “especies de fases” por las que uno
atraviesa, se comienza a pensar el amor en la homosexualidad, en la necesidad
de contención, lógicamente sexual, pero por sobre todas las cosas, sentimentales;
los gays sentimos, amamos, queremos a alguien a nuestro lado para dar y
recibir, para compartir. El sexo en los homosexuales cumple el mismo papel que
en los heterosexuales; se lo vive igual, dado que, como ya expliqué en otra
oportunidad textual, ser gay no es sinónimo de perversión, de lujuria, de sida,
de promiscuidad, ni mucho menos. Pero esta instancia es compleja en el hecho de
que uno no sabe cómo o dónde puede llegar a conocer a alguien.
La homosexualidad, hasta que no está asumida públicamente y
hasta que uno se libera de los prejuicios, instala el ejercicio constante del
autoanálisis, de la necesidad de darle un rumbo a la propia vida, de allanar el
terreno para evitar sorpresas no gratas, entre otras cosas. Por ende, quien
escribe piensa que hay que tomar la homosexualidad, como ya lo dijo otras
veces, como un obstáculo más en la vida, que si toma gran magnitud, es
únicamente porque uno lo permite, dado
que en cierto modo uno regula cuánta importancia debe darle a las cosas. Si
bien no es de los obstáculos más fáciles por todo lo que conlleva, tal vez
tomarse el tema con tanta importancia sea actuar como un masoquista. La
homosexualidad no condena a la infelicidad; dado que uno mismo es únicamente
quien puede decidir cómo vivirla y cómo tratarla. En síntesis: uno es lo que
decide ser.
“Después de la tormenta sale el sol”, dice una frase, y sin
intenciones de ser cursi la tomo para explicar que, después de asumir el
tema-problema del que estuve hablando, habrá una recompensa y vendrán tiempos de
calma; pero sólo si uno se lo permite.
Federico
17/07/12
No hay comentarios.:
Publicar un comentario