sábado, 29 de junio de 2013


Impresionante canción de Violeta Parra.

Volver a los 17

Volver a los diecisiete después de vivir un siglo 
es como descifrar signos sin ser sabio competente 
volver a ser de repente tan frágil como un segundo 
volver a sentir profundo como un nino frente a Dios, 
eso es lo que siento yo en este instante fecundo 

Se va enredando enredando, como en el muro la hiedra 
y va brotando, brotando como el musguito en la piedra 
como el musguito en la piedra, ay si, si, si 

Mi paso retrocedido, cuando el de ustedes avanza 
el arco de las alianzas ha penetrado en mi nido 
con todo su colorido se ha paseado por mis venas 
y hasta la dura cadena con que nos ata el destino 
es como un dia bendecido que alumbra mi alma serena 

Se va enredando, enredando, como en el muro la hiedra 
y va brotando, brotando como el musguito en la piedra 
como el mus guito en la piedra, ay si, si, si 

Lo que puede el sentimiento no lo ha podido el saber, 
ni el mas claro proceder ni el mas ancho pensamiento 
todo lo cambia el momento colmado condescendiente, 
nos aleja dulcemente de rencores y violencias 
solo el amor con su ciencia nos vuelve tan inocentes 

Se va enredando, enredando, como en el muro la hiedra 
y va brotando, brotando como el mus guito en la piedra 
como el mus guito en la piedra, ay si, si, si 

El amor es torbellino de pureza original 
hasta el feroz animal susurra su dulce trino, 
retiene a los peregrinos, libera a los prisioneros, 
el amor con sus esmeros, al viejo lo vuelve nino 
y al malo solo el canino lo vuelve puro y sincero 

Se va enredando, enredando, como en el muro la hiedra 
y va brotando, brotando como el mus guito en la piedra 
como el mus guito en la piedra, ay si, si, si 

De par en par la ventana se abrio como por encanto 
entro el amor con su manto como una tibia mañana 
y al son de su bella diana hizo brotar el jazmín, 
volando cual serafín al cielo le puso a retes 
y mis anos en diecisiete los combirtio el querubín 

Se va enredando, enredando, como en el muro la hiedra 
y va brotando, brotando como el mus guito en la piedra 
como el mus guito en la piedra, ay si, si, si

En vías de desarrollo


Otro escrito del 2012. Lo que digo en este texto tiene su fundamento en mi experiencia personal y en las vivencias de gente conocida. Espero les guste y BIENVENIDOS nuevamente al Blog.


Aceptar la homosexualidad, como ya se sabe y como ya expresé en los textos anteriores, implica cambios. Las líneas, a continuación, demostrarán mi idea acerca de los cambios en la concepción y en la vivencia del amor, en la definición completa de la homosexualidad, en la aceptación de ser gay y en la interpretación, no sé si certera, pero sí más lógica y sana a mi forma de ver.
Según lo vivenciado y según las experiencias de otras personas, la homosexualidad se desarrolla de la siguiente manera al momento de “llegar” a la vida de la persona: en una primera instancia, el sujeto se niega a aceptar que es gay. Luego, cuando se da cuenta que siente atracción por personas de su mismo sexo, se aferra, consciente o  inconscientemente, a una supuesta bisexualidad (algo que no me resulta fácil entender, pero que no viene al caso desarrollar ahora) para evitar aceptar definitivamente su sexualidad, y por ende ve necesario tener una experiencia con alguien del sexo opuesto; no obstante, internamente y un poco más consciente de su sentir -literalmente hablando-, la duda y el planteamiento de un posible fracaso en esta decisión de probar, torna insegura a la persona. Por último, por así decirlo, uno mismo (a esto lo hablo desde lo vivido), en muy poco tiempo y después de una larga meditación y de un replanteamiento de una serie de tópicos relacionados a la sexualidad, percibe un quiebre, un “clic” en su mente, y es ahí cuando se percata y asume (de más está decir que internamente) que es gay.
La etapa en que uno se plantea la bisexualidad, es difícil en el hecho de que uno está constantemente viendo la forma de negarse a lo que le pasa, de plantear esto nuevo como una infelicidad eterna, como una suerte de apocalipsis. Lo que se piensa, o lo que uno intenta pensar, es que uno sólo es capaz de amar a alguien de su sexo opuesto, y consecuentemente que es totalmente incapaz de enamorarse de alguien igual a uno mismo. Para un hombre que cotidianamente se siente excitado al ver a otro hombre, empezar a pensar en que siente necesidad de entablar algo más que una amistad con una mujer, es algo que lo alarma, que lo “desnuda”, que lo hace sentir indefenso y perdido. Es entonces que uno no sabe qué hacer, cómo actuar, y en consecuencia, en el momento en que debe probar su sexualidad biológica y después de un análisis incansable, logra asumir que gay. Es preciso aclarar algo: creo que a la mayoría le pasa lo mismo, de pensar que uno está usando a esa persona del otro sexo con la que intenta algo para sacarse las dudas; y hay que darse cuenta de que no es así. La persona está bastante cegada en este momento y pone lo mejor de sí para hacer feliz a la otra persona. Pero, se da cuenta que la felicidad que cree y que le enseñaron que va a ser concreta únicamente si está al lado de alguien sexo opuesto, no es tan cierta; que la felicidad de uno no debe depender nunca de la aceptación social, y que pensar y encerrarse en eso, es condenarse uno mismo a ser infeliz para hacer felices a quienes no lo merecen, a aquellos que tienen una concepción bastante primitiva de la felicidad y de la normalidad.
Posterior a todas esas “especies de fases” por las que uno atraviesa, se comienza a pensar el amor en la homosexualidad, en la necesidad de contención, lógicamente sexual, pero por sobre todas las cosas, sentimentales; los gays sentimos, amamos, queremos a alguien a nuestro lado para dar y recibir, para compartir. El sexo en los homosexuales cumple el mismo papel que en los heterosexuales; se lo vive igual, dado que, como ya expliqué en otra oportunidad textual, ser gay no es sinónimo de perversión, de lujuria, de sida, de promiscuidad, ni mucho menos. Pero esta instancia es compleja en el hecho de que uno no sabe cómo o dónde puede llegar a conocer a alguien.
La homosexualidad, hasta que no está asumida públicamente y hasta que uno se libera de los prejuicios, instala el ejercicio constante del autoanálisis, de la necesidad de darle un rumbo a la propia vida, de allanar el terreno para evitar sorpresas no gratas, entre otras cosas. Por ende, quien escribe piensa que hay que tomar la homosexualidad, como ya lo dijo otras veces, como un obstáculo más en la vida, que si toma gran magnitud, es únicamente porque uno lo permite,  dado que en cierto modo uno regula cuánta importancia debe darle a las cosas. Si bien no es de los obstáculos más fáciles por todo lo que conlleva, tal vez tomarse el tema con tanta importancia sea actuar como un masoquista. La homosexualidad no condena a la infelicidad; dado que uno mismo es únicamente quien puede decidir cómo vivirla y cómo tratarla. En síntesis: uno es lo que decide ser.
“Después de la tormenta sale el sol”, dice una frase, y sin intenciones de ser cursi la tomo para explicar que, después de asumir el tema-problema del que estuve hablando, habrá una recompensa y vendrán tiempos de calma; pero sólo si uno se lo permite.
Federico
17/07/12






domingo, 23 de junio de 2013

¿Ser maduro para ser feliz?


Como verán, lo que vengo publicando son cosas que escribí el año pasado. Ahora sigo escribiendo, pero eso lo publicaré cuando se acaben los viejos escritos. Espero les guste.




Dos temas: la felicidad y la madurez. Tal vez la relación no sea tan obvia pero últimamente estuvieron ocupando mi cabeza.
¿Qué es ser maduro? ¿Hay puntos establecidos que cumplir para poder considerarse maduro? ¿Todos percibimos la madurez de igual manera? Como siempre, estas preguntas expresan mis dudas; no encuentro la respuesta. No obstante, como siempre lo hago, en este texto voy a expresar mi perspectiva acerca del tema.
 La  madurez, según algunos, pasa por tópicos un tanto superficiales a mi modo de ver: por actuar con “normalidad” (esta palabra siempre va a ser utilizada por mí entre comillas, porque su significado es completamente subjetivo), por ser responsable, por independizarse de los padres, etc. Si bien coincido en algunos aspectos, lo cierto es que me armé un propio concepto de la madurez, pero que igualmente seguro no debo ser la primera en haberlo pensado.
 La homosexualidad, entre otras tantas cosas buenas que trajo a mi mente, me hizo sentir maduro. El que lea esto se preguntará por qué; y sucede que, desde que empecé a tratar personalmente el tema, interpreté la madurez desde un aspecto mucho más profundo a mi parecer. El día en que te das cuenta que fingir ser heterosexual no va a hacerte mejor persona, ni más normal, ni feliz, es el mismo dia en que el pensar y el sentir experimentan un quiebre, afortunadamente positivo. Entonces, así te percatás de que tal vez uno es maduro cuando aprende a ser feliz, a darle importancia a lo relevante; cuando uno encuentra su rumbo y cuando a su objetivo lo ve con claridad. No creo estar en lo correcto al definirme maduro por completo, pero puedo asegurar que hay aspectos en los sí me siento así y que son los que hoy por hoy hacen que pueda escribir con esta soltura y positividad, sin estar lamentándome por amarguras de carácter temporal.
Retomando lo dicho, algunos plantearán sus dudas acerca de cómo puedo ser feliz actualmente si todavía no tengo procesado completamente el tema, pero la verdad es que me da felicidad tener claro mi propósito; además que hay tener cuenta algo muy cierto que se dice en una frase, y que es que hay que saber disfrutar del viaje también, en vez de creer que la felicidad sólo está en la meta.
Igualmente, la felicidad es un tema a destacar por su complejidad y la incertidumbre que provoca al no saber cómo definirla, al no reconocer si su carácter es variable o permanente. Entonces, aquí es cuando los interrogantes aparecen de nuevo, entre los que lógicamente se destaca el “¿Soy feliz?”. Nadie sabe, ni en lo más profundo de su ser, si es completamente feliz. Aunque suena también una idea que dice que más que no saber si se es completamente feliz, lo que en realidad sucede es que nadie se anima a definirse como tal. Pero, de la misma forma, tampoco se sabe si pasa por una cuestión de valentía, de seguridad, de autoestima o de miedo a contradecirse. En lo personal, lo poco pero profundamente vivido, me da la pauta de que la felicidad, como ordinaria y cotidianamente se la conoce, no es más que una cuestión de minutos; pero que si reunimos todos los puntos que uno tiene a favor para ser feliz, el tema que estamos tratando puede determinarse como algo permanente, pero que por lógica no puede ser exteriorizado a tiempo completo. Ser feliz también pasa por una actitud y por valores prioritariamente sentimentales, más que materiales; un objeto no brinda felicidad, pero sí lo hace un gesto y el modo en que uno lo toma.
Basta de mentiras, de consumismo y de dogmas que te etiquetan como “feliz” o “infeliz”. Sos feliz en la medida en que querés y podés; sos feliz por vos mismo y para vos mismo, sin tener que rendir cuentas a nadie; sos feliz, verdaderamente, en el momento en que encontrás motivos claros para serlo, cuando madurás lo suficiente como para detectar en qué aspectos se sitúa la madurez. De un ,modo u otro, sos feliz si querés.
Federico
26/07/12

viernes, 21 de junio de 2013

Cacería



Gente. Mucha gente. Camina, mira, corre, se esconde, averigua, pregunta, se reserva. La intriga le carcome la mente. O tal vez su averiguación resulta de un énfasis situado en pos de protegerse, de precaver lo ya citado con anterioridad.
Al igual que en los textos anteriores, el ejercicio constará en trasladar esto a la temática homosexual. ¿Por qué algunos heterosexuales centrarán su foco de averiguación en los gays? ¿Dónde está la necesidad de saber si el otro tiene preferencia por gente de su mismo sexo? ¿En qué les cambia la vida? Y mi respuesta será: No sé.  Hay quienes te lo preguntan y quienes “investigan” como si de una misión letal se tratara. Lo cierto es que las miradas están situadas en puntos, a veces hasta insólitos, como en qué música escuchas, qué carrera estudiás, en cómo te vestís, con quién te juntás, a qué lugares concurrís, en cuáles son tus pasatiempos, en quiénes son tus ídolos, en cómo es tu relación con tus padres, en la relación edad-virginidad, entre otros miles. Y lo cierto es que estos detalles o aspectos de la vida de una persona, sirven a modo de escenario o lienzo para ver plasmadas las “huellas” homosexuales de quien se está intentando conocer; para desgracia de muchos, por cierto.
 Esto genera temor en muchas personas homosexuales que están descubriéndose y que por ende no quieren demostrar que lo son. De este tipo de gente está repleto el mundo y enfocan su interés cotidiano en alterar la vida de quien está en un proceso difícil, algunas veces sin la intención, otras veces con la misma. El tema está en que es complicado darle una categoría a esta necesidad de perturbar al otro. Uno no sabe si lo que quieren con esto es determinar si alejarse o no, si lo hacen para difundirlo, si lo hacen para humillar. Creo que es indiscutible que la homosexualidad de alguien genera intriga en otro, pero creo que es igual a la intriga que puede generar una caja fuerte en un banco, o simplemente la mente de un bebe. Pero no por esto uno hace hasta lo imposible para averiguarlo.
Sinceramente, en lo particular, personas de este tipo me confunden, dado que por momentos pareciera que actitudes como estas terminan de demostrarle a uno que no son buenas personas. Hay miles de formas de preguntar o insinuarle el tema a la persona que genera la intriga y creo que pasa por sentido común más que por la educación provista. Pero no, a muchos les gusta empañar de incomodidad a momentos placenteros, sembrar duda en los demás que están compartiendo la situación; y terminan por acomplejar a la víctima, hacer que se retraiga, que entristezca, que vuelva a pensar en su “temita”.
Pero al respecto voy a decir lo siguiente: si les hace feliz molestar a un gay es porque no son buenas personas; si se creen pícaros, deben darse cuenta de que si lo fueran no harían algo así al frente de la gente; si la persona en la incómoda situación es su amiga, a partir del momento en que la humillaron, deja de serlo. No obstante hay que agradecerles. Y no es que me contradiga, sino que les voy a demostrar cómo usar la viveza. Su mala intención se convierte en un obstáculo más, que al superarlo termina por reconfortarnos a los gays; que acaba por darnos fuerzas para enfrentar futuras situaciones similares, con más facilidad y valentía, y por proveernos de experiencia y rapidez mental para responder a semejante falta de respeto y golpe bajo.
Al igual que lo hice en los artículos ya escritos, voy a pedir que centren sus mentes; que piensen en las consecuencias de sus hechos; que mediten acerca de cómo se deteriora su imagen y en lo denigrante que es esto para la persona a la que se le juega de esta forma.
“Think, 'cause it always will give you a lot of satisfactions.”
Federico
23/06/12

miércoles, 12 de junio de 2013

Dudas/interrogantes/entendimiento/aceptación

Este es otro escrito del año pasado.-



La complicación: ¿una consecuencia real del problema-situación o simplemente una acción propia y masoquista, como así también contradictoria del ser humano para alejarse de la felicidad que tanto anhela? La respuesta creo que tendrá relación directa con el estado anímico que la persona tiene al momento de “hacerse problemas”.
Traslademos el núcleo de este interrogante hacia el “problema” de quien escribe. La homosexualidad, al momento de ser asumida instala una red de interrogantes de carácter múltiple en la mente de quien la vive, o más bien de quien está comenzando a vivirla. Entonces, según desde dónde se la analice, se puede decir que la complicación mental y psicológica es generada por la homosexualidad o que simplemente puede ser una agudización de este embrollo por el solo hecho de que el hombre tiende a pensar demasiado el objeto o el centro de la preocupación.
 La filosofía, en su operar, no brinda respuestas a modo de afirmación, sino que contesta formulando otros interrogantes. Entonces, si analizamos la mente humana con claridad, en general y sin atribuirle una sexualidad determinada, podremos percatarnos de que la persona se complica por el hecho de que al intentar develar sus incógnitas mediante certezas, se continúa formulando preguntas, entrando en un estado de indagación propia permanente.
En realidad, creo que el ser humano es complicado por naturaleza, y el ejercicio de la indagación, de la constante e infinita búsqueda de certezas no nos contribuye, sino que apela a que sigamos complicándonos la vida. No obstante, la homosexualidad como otras situaciones, altera el tema que estamos tratando, lo lleva a su punto máximo. ¿Dónde es tan difícil ser homosexual, si al fin y al cabo cáda persona elige quién ser?, dirán algunos. Yo podría contestarles del siguiente modo: ¿Los gays elegimos serlo?, ¿No es difícil?, y demás. Y aquí podemos empezar a tratar otro tema, enfocarnos en contestar estos interrogantes tan sueltamente confeccionados y “lógicamente” pensados, como muchos lo creen. Sí, aceptar la homosexualidad es difícil y mucho más complicado de lo que un heterosexual se pueda llegar a imaginar, y esto lo digo sin ánimos de instalar una dicotomía o enfrentamiento entre heterosexuales y homosexuales. La homosexualidad en un primer momento se establece como una tortura, desde el momento en que uno piensa en su círculo más íntimo y en la relación con el mismo: Cuando se enteren, ¿me seguirán queriendo?, ¿me aceptarán?, ¿comenzarán a ignorarme?, ¿se olvidarán de mí?, ¿se sentirán defraudados?, entre tantos otros. Vistos así, parecen pocos, de respuesta simple, y hasta estúpidos según del lado del que se ubique la persona dispuesta a contestar. Pero sólo un gay sabe de la complejidad que implica contestar algo así, porque como si de filosofía se tratara, no podemos responder sino con otra duda. El odio que personalmente sentí al darme cuenta de que era gay fue inexplicable, sumándole la indignación, la impotencia, la sensación de injusticia y la incomprensión de por qué esto me sucedía a mí. -¿Por qué? -me preguntarán-. Por el hecho de que es ilógico pensar que alguien elegiría pasar por semejante asunto. El rechazo y el asco de parte de la sociedad hacia los homosexuales que se vive actualmente, si bien están un poco más erradicados -o al menos en apariencia- es de una magnitud inconmensurable. Entonces, es esto lo que dota de dificultad y tiñe de miedos la respuesta de las infinitas preguntas. Porque podríamos seguir indagando: ¿La homosexualidad me traerá problemas para entablar nuevas amistades o demás tipo de relaciones?, ¿Me significará un problema en mis estudios o en el momento de buscar trabajo?, ¿Debo ocultar lo que soy o simplemente debo contarlo?, ¿Debo vivir una suerte de “doble vida”?, ¿Es necesario que todos lo sepan?, etc. Y si actualmente me preguntan, sinceramente no sabría contestar ninguna porque me encuentro en vías de procesamiento y de aceptación del “cambio”. Igualmente, este tema, como tantos otros, dará lugar a infinitas interrogaciones, por lo que todos los homosexuales nos preguntaremos si alguna vez terminaremos de asumir o procesar lo que nos pasa, o serán sólo sensaciones temporales. Reitero: es probable que tarde en contestar todo, incluso tal vez muchas incógnitas queden sembradas sin posibilidad de ser tratadas o develadas nunca.
Por lo expuesto, a modo de pedido, me gustaría dirigirme a la sociedad y pedirle que se plantee, o en el mejor de los casos que se replantee el tema de la homosexualidad, que se percate de lo que recorre la mente de un gay, de lo que le apena, de lo que le genera angustia, de lo que le instala el miedo o la incertidumbre como modo de vida (puede parecer dramático, y por esto quiero aclarar que hablo desde mi sentir y parecer).
No discriminemos, abramos nuestras mentes, conozcamos, permitámonos al menos por un instante, situarnos en el lugar del otro, en la piel del que muchas veces criticamos o no entendemos. Quien me conozca, o al menos eso crea, pensará que soy un hipócrita por lo que expresé en la oración anterior; pero es que vivir la homosexualidad, abre la mente, la ejercita, la bombardea con dudas para poder entenderla o al menos aceptarla; y, como directa consecuencia, esto termina modificándote el pensar.
“Open your mind and you’ll feel better!”


Federico
17/06/12

sábado, 8 de junio de 2013

Un hombre biológico


Empiezo con este texto que es el primero que escribí cuando recién comencé a asumir mi sexualidad. 





Negado hace tiempo, hoy confuso pero no inexplicable… revoltijos en la mente de este hombre biológico. La verdad, la realidad, la identidad; y todo lo propio de cada uno, por más paradójico que parezca, es lo que hoy genera que este ser se desconozca  y que las dudas, las incógnitas, los interrogantes y todos sus sinónimos hayan tomado tanta importancia y estén instalados en su cotidianeidad sin ánimos de desaparecer. Una descripción trágica, que cualquier persona al leerla pensaría que este sujeto está paralizado por su problema. No sé si paralizado, porque “el show debe continuar” (traduciendo la argumentación en términos de espectáculos, y si se quiere y puede, intentando quitarle dramatismo). Pero sí respirando el miedo de su atmósfera, que no es más que un resultado de una “pócima”, cuasi un plan perfecto de origen social, empapado de homofobia, de rechazo machista… de miedo, al fin y al cabo, de ser atacados por la “enfermedad”, la “perversión”, la “depravación” que está afectando y desviando a estas sociedades contemporáneas magníficas, felices, correctas y teñidas de orden y ética. Aunque lo siguiente resulte contradictorio e incluso genere hasta gracia, pensándolo bien, es tal cual como lo que se expresa a continuación: las mentalidades de dichos conjuntos sociales matan el miedo y el “contagio” generando pánico en el “enemigo”; lo desautorizan, lo limitan, lo degradan, lo acomplejan, lo someten… y si pueden, lo matan, de modo que nada de esto les suceda a ellos. Por lo visto, la frase que dice que no hagas lo que no te gustaría que te hagan, nunca atravesó sus oídos ni tuvo efectos en sus mentes de estructura ortogonal. Y aunque resulte increíble y patético, por los tiempos de crecimiento y avance en el que vivimos, la ignorancia está espantosamente  presente en el pensamiento de la gente, y esta es una realidad posible de contemplar en razonamientos y preguntas como las siguiente: ¿Por qué los enfermos merecen vivir? ¿Qué pasa si instalan su sexualidad inmunda y confunden a la juventud contemporánea, la contagian? ¿Merecen vivir?

Este sujeto, esa tercera persona con la que empieza refiriéndose este texto, es quien escribe; es esa persona con pánico, esa víctima de aquellos “asustados” que decidieron instalarse como jueces y meter los actuales dogmas sociales respecto a la homosexualidad, para proteger al mundo rosa y santificado en el que viven. 

Afortunadamente, estas molestias constantes (para desgracias de los “machos”), ese malestar que siento no me impide ser feliz, y no lo hace porque decidí optar por la razón y por la intuición que tan claro nos muestra qué es lo correcto y en qué y quiénes hay que enfocarse. Mi Dios, seguro una mala noticia para los anti-gays, es el mismo que el suyo y quien los va a terminar sorprendiendo y demostrando quién está más errado y en dónde está la normalidad, la corrección y la felicidad.

 Sin ánimos de enseñar a vivir o de que se parezca a un texto de autoayuda, pretendo mostrar qué es lo que pienso: no soy un enfermo, ni mental ni físicamente; convivo con heterosexuales y no por ello vivo en un estado de excitación permanente; sé, aunque muchas veces lo ponga en duda y me canse de replanteármelo, que quienes entiendan esto serán aquellas personas que estén dispuestas a aceptar y ver con normalidad un asunto tan común y cotidiano como lo es la homosexualidad; hay que poner énfasis en los pensamientos optimistas y razonables , y tratar, por más complejo que resulte, de desarrollar la herramienta del ignorar, como un mecanismo de autodefensa, para así dejar sin efecto el objetivo de la lacra ya nombrada, de oscurecer los momentos de nuestra vida. Doy gracias a que tengo salud, por sobre todo mental, la que me ayuda a distinguir estas cosas y poder etiquetar a estos individuos como lo que realmente son; y gracias en general a la vida por todo lo que me dio, tomando a mi sexualidad particular como un obstáculo más de los múltiples que se les presenta a las personas en la vida y viendo el ejercicio mental favorable que implica este suceso.

La vida continúa, afortunadamente…
Por favor reflexionemos.
Todos tenemos problemas y necesitamos ayuda.
Descargarse y vivir la vida, es la mejor opción.
Sonreír, amar, cantar, compartir… y también llorar y sacar lo malo, evitando los prejuicios y todo aquello que nos convierte en esas personas que no queremos ser.

El futuro: un poco más claro, con ganas de ser óptimo y aspirando a mejorar en todos los ámbitos posibles de mi vida.
Gracias Dios por dejarme expresar y por ayudarme a ver el mundo de otra forma. Sé que hay algo especial para mí cuando menos me lo espere.

Bautista