Que tus manos recuerden el ultimo gesto que le donaron a mi tacto.
Que tu aroma perdure en los lienzos de mis aposentos.
Que las caricias atraviesen mis órganos y se expandan en mi cuerpo.
Que tus brazos no absorban hasta la desaparición la marca de mis labios.
Hoy pido eso. Tal vez mañana no te conozca.
Que las risas aturdan los oídos atentos, las miradas perplejas.
Que las campanas retumben y que los árboles lloren la perdición habida y la risa resquebrajada.
Que la ciudad estalle y que los hombres desesperen al ritmo de tu latir furtivo.
Que el asfalto cobre vida y que la resurrección no te toque.
Que el agua sienta miedo, que el viento se haya muerto.
No me pidas coherencias, no me pidas lógica, porque... hoy sólo pido eso. Mañana no sé. Incluso, en 10 minutos puede que me haya extinguido.
Las hojas habrán pasado, se habrán gastado y hasta habrán hablado.
Tu pelo se habrá engrisado, tus labios se habrán ajado.
Tu latir habrá calmado, tu sonrisa habrá cesado.
Mas mi cuerpo ya se habrá desgarrado; mas tus ojos se habrán secado.
El final no está contado y suscita angustia.
Angustia. Espera huelo. Huelo, y creo que hasta la toco.
O será, bien, que es porque a ti no te toco.
O será, bien, que es porque a ti no te toco.
Federico
No hay comentarios.:
Publicar un comentario